1975. Golden State Warriors, que llevaba cuatro años bajo esa denominación, se llevaba el anillo de campeón de la NBA con el mejor tirador de su tiempo como estrella: Rick Barry. Anotador sin igual, su lanzamiento en suspensión y sus tiros libres a cuchara marcaron época y tuvieron el merecido reconocimiento en forma de título. Cuarenta años después, el equipo de Oakland lo volvió a conseguir de la mano del mejor tirador de la actualidad: Stephen Curry. Golden State Warriors se impuso en el sexto partido de las Finales a Cleveland Cavaliers (97-105) y cerró la serie con cuatro victorias y dos derrotas. Un campeonato esperado pero con un resultado sorpresivo gracias a un Lebron James que jugó con la historia y que pese a no contar con Kyre Irving, Kevin Love o Anderson Varejao consiguió que los de Steve Kerr no se llevaran el título barriendo en las Finales.
La final volvía a Cleveland y el entrenador local David Blatt, al ver el dominio de Warriors en el último enfrentamiento cuando Cavaliers había optado a jugar a lo mismo que su rival, decidió volver a su formación tipo: Con Tristan Thompson y sobre todo Timofey Mozgov como interiores. Esta vez el ruso no iba a ser de partida para disputar solo cinco minutos y cambiar el plan luego. Blatt iba a apostar fuerte por el pívot y eso lo quiso hacer notar desde el primer minuto dándole mucha responsabilidad, sin embargo, eso tendría una parte buena y otra mala. La segunda acabó imponiéndose por el estado de gracia del hombre de las Finales: Andre Iguodala.
PROS Y CONTRAS DE MOZGOV
Golden State aprovechó los nervios de los del Este, que perdieron un total de 9 bolas en los primeros 12 minutos, y pusieron tierra de por medio en el marcador. El ruso Mozgov iba a ser el señalado a causa de un Andre Iguodala al que no podía seguir. El exjugador de Sixers y Denver volvió a ser indetectable para la defensa de Cavaliers y aprovechaba que su defensor era el pívot para alejarse yéndose a las esquinas para generar espacio para sus compañeros y poder recibir libre de marca. En los minutos iniciales salió bien para Cleveland porque el alero estaba sin confianza en el tiro al fallar los dos primeros lanzamientos solo desde la esquina, seguramente en su cabeza también estaban su horroroso último cuarto en Oakland en el lanzamiento e Iguodala estaba manteniendo a Cavaliers en el marcador. Sin embargo, eso fue un espejismo. Iggy dio un paso adelante, se metió dentro del perímetro y al ver que Mozgov continuaba sin llegar a sus tiros decidió tirar de más cerca y desde 5-6 metros no falló y acompañó la anotación de Stephen Curry en el primer cuarto para llevar a su equipo a un claro 28-15 al final del primer cuarto.
Sin Iguodala en el inicio del segundo cuarto, Mozgov se impuso. Y comenzó a ganar en confianza, no obstante, solo dominó en defensa. En campo propio el ruso intimidó como nunca en ese segundo período con 5 rebotes, 3 tapones y otros tantos lanzamientos de Warriors que acabaron siendo mal ejecutados al ver la muralla en forma de brazos blancos delante. Por el contrario, en campo ofensivo, Blatt había planteado una mayor participación del ruso y no era difícil ver a Lebron James desde el triple frontal introduciendo balones una y otra vez para Mozgov, este no estuvo igual de acertado en ese lado y por ello la remontada iba siendo demasiado lenta por parte de Cavaliers.
EL LEBRON JAMES MÁS SABIO
En ese segundo cuarto apareció Lebron James para coger el testigo ofensivo del ruso. A cinco minutos para finalizar el primer tiempo, la estrella de Cavaliers estaba en un nivel muy humano con 9 puntos y 7 rebotes, sin embargo, en esos últimos instantes de cuarto enseñó los dientes y lo hizo, a diferencia del resto de la serie, desde la lectura del juego. Golden State Warriors había aguantado muy bien la ventaja en el marcador pese a apenas conseguir anotar debido al buen nivel intimidatorio de Mozgov, y lo había conseguido gracias a una gran defensa interior y así frenó la remontada de los locales. Blatt había planteado un partido que no dependiera del acierto interior y la mayoría de canastas de Cavs en el primer tiempo fueron en la pintura, sin embargo, esa buena defensa de Warriors dentro había dejado al equipo sin ideas y entonces apareció el Lebron James más sabio para imponerse. Penetró y dobló cuando se le echaban encima varios defensores, si no lo hacían acababa, atacaba de cara a jugadores más lentos y de espaldas a los más livianos, desde la lectura consiguió llevar a Cleveland al descanso con solo dos puntos abajo (43-45).
SECUNDARIOS DE LUJO
Durante la serie Golden State ha demostrado tener una profundidad de plantilla espectacular. Con un Curry no tan brillante como durante la temporada y un Klay Thompson desconocido durante las Finales, se ha podido ver un carrusel de jugadores de rol que han aportado lo que necesitaba el equipo en el momento. Harrison Barnes fue clave en el primer partido con varios triples desde la esquina importantes, Leandrinho Barbosa ha aportado anotación desde el banquillo haciendo el papel de microondas que Klay Thompson no ha podido tener, Shaun Linvingston ha provocado desde el cuarto partido que la importancia de Dellavedova sea infima encontrándole las costuras en defensa en cada viaje al poste bajo, David Lee provocó un cambio de dinámica clave en el final del tercer partido y en este séptimo partido ese puesto de secundario de lujo iba a tener dos nombres clave: Festus Ezeli y Draymond Green.
En el inicio del tercer cuarto Cavaliers llegó a ponerse por delante en el marcador (47-45), pero quedó en anécdota tras un tiempo muerto rápido de Steve Kerr que frenó el ritmo de los locales y pareció griparles el motor. Subió el nivel defensivo y los de Cleveland volvieron a perder balones uno tras otro por malas decisiones ofensivas. Ante malos ataques, Warriors castigó muy duro con contragolpes vertiginosos que acababan casi siempre con Andre Iguodala como protagonista. Y cuando David Blatt pudo detener la sangría un poco, entonces Steve Kerr dio entrada a Festus Ezeli y este dominó el rebote y castigó en ataque aprovechando una y otra vez el pick and roll frontal con Stephen Curry. La defensa de Cavaliers no quería dejar ni un centímetro al tirador para que pudiese armar el brazo y bloqueado y defensor del bloqueador iban a por él, por lo que Ezeli se quedaba solo y conseguía lo que Draymong Green consiguió en el primer partido: Recibir en carrera desde el tiro libre y forzar como mínimo una falta. El pívot de Warriors no tuvo respuesta en el cuarto por parte de Cavaliers y la ventaja volvía a ser amplia (61-73). El otro secundario, Draymond Green, no tuvo unos minutos de gloria como Ezeli, sino un martilleo constante, lo que significó acabar el partido con un triple-doble (16 puntos, 11 rebotes, 10 asistencias) que revelan la importancia capital de su participación.
IGUODALA Y UN REFLEJO DE LA TEMPORADA REGULAR
El último cuarto Warriors apenas iba a tener resistencia por parte de un Lebron James exhausto pero que jamás bajó los brazos y un JR Smith que, pese a sus cuatro triples en los últimos minutos, llegó demasiado tarde al partido. El conjunto de Steve Kerr recuperó su mejor versión, la de la temporada regular. Su juego se adivinó sencillo: Velocidad, movimiento de balón y lanzamientos desde la larga distancia (5 de 10 en el último cuarto). Por supuesto, Stephen Curry fue protagonista, pero el verdadero rey de la noche fue Andre Iguodala. El alero golpeó desde el triple en dos ocasiones cuando Cavaliers parecía que se acercaba. El segundo de ellos sentenció prácticamente el marcador (92-77). Poco después Steve Kerr lo sentaría al primer indicio de Hack a Iguodala y la final se acabaría marchando para Oakland.
El MVP de las Finales tenía tres posibles candidatos: Lebron James, que finalizó la serie con unos números nunca vistos (35.8 puntos, 13.1 rebotes y 8.6 asistencias); Stephen Curry, que puso la magia a la Final pese a solo mostrar su mejor versión en el quinto partido y a ratos del resto y sobre todo Andre Iguodala, a la postre ganador del premio al mejor jugador de las Finales de este año. El alero fue pieza determinante en defensa al conseguir minimizar el impacto de un Lebron James legendario y dejarle agotado en los últimos cuartos de cada partido. Pero no se quedó ahí e Iggy consiguió ser la clave ofensiva de las Finales. Su incursión en el quinteto titular en el cuarto partido en el puesto del pívot Andrew Bogut cambió la configuración del juego de los Warriors y la dinámica de la serie. En ataque su posición abierta fue un dolor de cabeza para sus defensores, ya fuera Mozgov, quien no llegaba a sus lanzamientos, o cualquier alero, a los cuales superaba gracias a su potencia. Además potenció la defensa y permitió a su equipo correr más, justo lo que intentó evitar Cavaliers durante toda la serie. Cuando Iguodala permitió volar a su equipo, Warriors celebró el anillo.
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