Artículo publicado dentro de la sección Historias de la Liga del magazine de Martí Perarnau (27-10-2015)
Reconocía el periodista Eduardo Rodrigálvarez en su obituario en el diario El País sobre el famoso técnico Howard Kendall, que cuando tuvo la ocasión de entrevistarlo antes de que llegara al Athletic Club este le preguntó si la portería del equipo vasco estaba bien defendida, y el periodista le espetó: “Hombre, Howard, no juega Iribar, pero Biurrun es un buen portero”. Era verano del 1987 y ese año el técnico británico llegó para sustituir en el banquillo vasco precisamente a un exportero legendario, Iribar, que no había podido mantener el nivel de resultados cosechados por Javier Clemente y en esa temporada 86-87 coqueteó con el descenso en un campeonato de lo más extraño.
Ese año previo a Howard Kendall, la liga española probó un nuevo formato que fracasó con estrépito. Se disputaron 34 partidos como una temporada normal y luego los seis primeros clasificados disputaron una fase final para decidir el título y los puestos europeos. Del séptimo al duodécimo, otra liguilla para saber los equipos que iban clasificarse para la denominada Copa de la Liga, que se disputó solo de 1983 a 1986, y el resto disputó otra liguilla para decidir el descenso. A priori, iban a bajar de categoría tres equipos, pero finalmente se amplió la Primera División de 18 a 20 equipos y solamente bajó uno. La chapuza solo duró un año.
Esa temporada, el Athletic vivió un cambio importante, ya que perdió a su último gran portero internacional: Andoni Zubizarreta. En su lugar llegó un portero experimentado, de buen nivel, como era el osasunista Vicente Biurrun, quien conquistó a Kendall durante sus tres años de estancia en el Athletic: solo dio 215 minutos a Iru, el portero suplente. El guardameta pasó a la historia del club vasco por ser el primer jugador nacido en Brasil en vestir la camiseta del conjunto bilbaíno, pero no se dejen engañar, los padres del meta eran vascos y habían estado en Sudamérica por una cuestión laboral. Retornaron a Euskadi cuando Biurrun cumplió los cinco años. El portero se formó futbolísticamente dentro de los parámetros aceptados por la filosofía del Athletic. El propio Biurrun reconocía que apenas tenía recuerdos de su etapa en tierras brasileñas.
El portero, que estuvo a la sombra de Arconada en la Real Sociedad ganadora de liga a principios de los ochenta, si tenía un toque brasileño para sus compañeros de Osasuna, su posterior equipo y del que salió camino a Bilbao. En Pamplona, a Biurrun se le apodó Pintinho por pararle un penalti al jugador brasileño del Sevilla con ese mismo nombre y por su buen juego de pies, algo en lo que era un avanzado para su tiempo. Curiosamente, con esas credenciales un equipo que pocos años después predicaría por los porteros con buen manejo de los pies como es el Barça acabaría facilitando su llegada a Bilbao de la manera más extraña, en un traspaso digno de la NBA, y lo hizo, como no podía de ser de otra manera, en el año de la liga del play off.
El 3 de mayo de 1986 se cerró la contratación de Andoni Zubizarreta por el F. C. Barcelona. El conjunto azulgrana llevaba tiempo detrás del portero y le ofreció 45 millones de pesetas por año; el meta le pidió 25 millones a los vascos para continuar, pero lo rechazaron en un momento en que los pesos pesados del vestuario cobraban un máximo de 17 millones. El Barça había contratado poco antes a Biurrun para que entrara como moneda de cambio en el fichaje, ya que el Athletic solo estaba dispuesto a vender a Zubizarreta si les ofrecían un portero de garantías, y el de meta de origen brasileño formó parte como cesión en propiedad de una operación que le costó al Barça 150 millones.
Ese movimiento llevó a la portería azulgrana al que sería su guardián durante la etapa del Dream Team de Johan Cruyff y a Biurrun a Bilbao para tener los mejores años de su carrera bajo las órdenes del mítico Iribar primero y de Howard Kendall después. La recordada marcha del técnico británico, en la que afirmó que el Athletic era el mejor club del mundo y que si volvía a Inglaterra ya solo podía ir hacia abajo, dejó a Pintinho en la cuerda floja. Pese a ello, siguió teniendo la confianza del sucesor de Kendall hasta que acabó la temporada, Txetxu Rojo. Sin embargo, una vez acabó el último partido de liga, el futuro de Biurrun ya estaba escrito: el Athletic necesitaba dinero para fichar al azulgrana Ernesto Valverde, ahora entrenador del equipo vasco, y el portero se convirtió en prescindible.
Luis Aragonés se llevó a Biurrun al Espanyol y allí pasaría cuatro temporadas antes de volver a la Real Sociedad, el lugar donde no había podido debutar en sus inicios y que le daba la oportunidad de finalizar su carrera. Lo hizo en Anoeta ante el Valencia y lo hizo como los buenos porteros: dejando el marcador rival a cero. Ahora, el vasco más brasileño que vistió la camiseta del Athletic es representante de jugadores como Beñat. Seguramente a Howard Kendall no se le olvidó nunca el nombre de aquel portero del que le habló Rodrigálvarez.
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